LA RENGA EN AVELLANEDA

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La banda cerró su serie de cuatro shows en el Estadio de Racing con una presentación única. Durante la jornada, así como sucedió en los anteriores días, varios micros y puestos se ubicaron en los alrededores del estadio. La previa a cada «banquete» ya es un evento en sí mismo y reúne desde temprano a gran parte del público que llega de todas partes. La postal pintada es la que solo pocas bandas pueden lograrlo; hoy en día ese lugar privilegiado lo ocupa La Renga con una creciente convocatoria.

El estadio colmado una vez más fue el marco para una nueva presentación que arrancó con «Tripa y Corazón» seguido de «Buena pipa». Una lista que alcanzó cerca de las treinta canciones y pasó por gran parte de los clásicos de la banda como «A tu lado», «En el baldío», «El rey de la triste felicidad» entre otros. La exitosa convocatoria que logró el trío de Mataderos en estas cuatro fechas fue una muestra más del lugar singular que ocupan en la escena del rock nacional. El mote «banda de estadios» es para pocos y La Renga lo defiende en cada oportunidad.

La vigencia del rock nacional tiene su celebración en cada «banquete», una muestra de que más allá de las nuevas corrientes musicales, el poder de una guitarra eléctrica sigue movilizando. En esa línea se da uno de los momentos más destacados de la noche: la participación de Divididos en el show. A modo de devolución de gentilezas, tras lo sucedido en el último Vélez de la aplanadora, Mollo subió al escenario para interpretar «La balada del diablo y la muerte». Luego completando la formación, Catriel y Arnedo se sumaron para tocar el clásico «A la delta» ante un público atónito por la sorpresa de la noche (aunque varios lo esperaban por los rumores en la previa). Se pueden seguir marcando hitos aún en la era de lo efímero, así lo hicieron cuando ambas bandas compartieron escenario al mismo tiempo para tocar «Hey Hey My My» en una especie de oda a la música que los vió nacer.

Hacia el final, el ritual de lo inevitable se desató con «Hablando de la libertad», una costumbre que por anunciada que sea no deja de causar una emoción singular. Un estadio repleto despedía a la banda que los conmueve y moviliza sin importar las distancias. Esta vez fue Avellaneda en uno de los estadios más imponentes de nuestro país

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